EL VIAJERO DE PRAGA


El viajero de Praga, una obra del novelista, cuentista y editor ecuatoriano Javier Vásconez.



Esta obra literaria tiene lugar en el año 1996. El viajero de Praga es una novela sobre el pasado y el porvenir de un hombre,  el doctor Josef Kronz, médico de origen checo que busca un lugar fuera de la historia y ha emprendido un viaje que lo llevará desde Praga hasta los abismos de la noche andina.

JAVIER VÁSCONEZ

Nació en Quito, aunque vivió su infancia en otros países. Realizó estudios secundarios en el Mount Saint Mary’s College de Inglaterra. Luego, en el colegio Holy Croix de Roma y en Estados Unidos. Se graduó de bachiller en el Colegio Spellman de Quito. Prosiguió sus estudios de Artes Liberales y Filosofía en la Universidad de Navarra, en España, donde se graduó con una tesis acerca de los personajes en la obra de Juan Rulfo. También asistió a la Universidad de Vincennes, en París.

Publicó su primer libro, Ciudad Lejana, en la editorial El Conejo, de Quito, en 1982. La obra salió finalista en el género de cuento del Premio Casa de las Américas, en Cuba. Su cuento Angelote, amor mío salió premiado en la revista Plural, de México, en 1983Ciudad Lejana se reeditó en Alfaguara, en el año 2003. El cuento Angelote, amor mío fue traducido al francés por Ediciones Librimundi, Quito (1996). La edición lleva un prólogo de Claude Couffon.

Las obras de Javier Vásconez permiten descifrar las constantes temáticas del autor y, sobre todo, los lugares únicos en los cuales se identifican los acontecimientos, la descripción del discurso, es decir, el manejo temporal y espacial, la construcción de personajes y las formas narrativas, nos enseñan el estilo que el autor acogió a los largo de todas sus obras. El recorrido por las páginas de Vásconez es la confirmación del valor exclusivo que encierran sus textos y la certeza de que es uno de los autores ecuatorianos fundamentales y originales en la narrativa de la lengua española en las últimas décadas.

OBRAS DE JAVIER VÁSCONEZ

Novelas

·         El secreto (1996), novela corta

·         El viajero de praga (1996)

·         La sombra del apostador (1999)

·         El retorno de las moscas (2005)

·         Jardín Capelo (2007)

·         La piel del miedo (2010)

·         La otra muerte del doctor (2012)

·         Hoteles del silencio (2016)

Cuentos

·         Ciudad lejana (1982), incluye el cuento Angelote, amor mío

·         El hombre de la mirada oblicua (1989)

·         Un extraño en el puerto (1998)

·         Invitados de honor (2004)


RESUMEN:

Cuando la melancolía es el tono dominante de la novela, la complicidad con el lector no es fácil. En términos generales, los lectores prefieren acciones, hechos realizados y una historia objetiva. Todo lo que implique un viaje interior, o una búsqueda personal con algún tipo de secreto, es difícil de ajustar de forma rápida y segura. La sensación de un personaje que ha caído al fondo y se ha recuperado de una experiencia devastadora convive con muchas dudas. Todo esto genera malestar, porque elimina ciertos aspectos de nosotros mismos que no nos gustan. Sabemos que las situaciones extremas pueden perturbar, molestar, deprimir y exponernos a una realidad muy dura que no queremos ver. Este es el tono de El Viajero de Praga.

Esta dificultad, también la conoce el escritor, sin embargo no hace que retroceda en su empeño. Fiel al espíritu de su obra el prosigue narrando sin trabas.

El Dr. Kronz desea un poco de tranquilidad. Habiendo dejado un país totalitario, como Checoslovaquia en los años 60s, la posibilidad de encontrar un lugar remoto "en donde la apatía y la inercia le permitan vivir sin preocupaciones. 

"Lo que vio al otro lado de la plaza hizo de que vida fraccionada y sumida en la confusión le pareciera diferente. Los niños que jugaban al pie de la estatua, la placidez de la tarde y aquel pueblito sin historia, alejado de la ciudad, le hicieron pensar que había tocado otra dimensión de la realidad. Como todos los hombres, el doctor se engañaba creyendo que la felicidad es un hecho capaz de ser disfrutado plenamente, aunque el sabia desde el fondo de su corazón que no era así. Tras haberse pasado la vida repartiendo sonrisas y mentiras, aprendió a representar mas o menos bien el papel de curandero."

Acostumbrado a lidiar con el dolor y la muerte debido a su profesión, Kronz no puede evitar cierto escepticismo y desencanto. El doctor es un profesional con vocación para servir, pero conoce también los limites que la ciencia y la sociedad le imponen para ejercer su tarea. La marginalidad que le otorga el hecho de ser extranjero, se traduce en libertad de movimientos y afectos. Su compromiso vital se define en relación con sus pacientes: evitar sufrimiento, aliviarlos y calmarlos para obtener calma también. El narrado, que toma el punto de vista de Kronz, los describe con gran sensibilidad: 

"Ahora tendría que enfrentarse con lo que más odiaba y se dijo que toda enfermedad, en sí misma, carecía de interés. Kronz pensaba que una enfermedad cobra sentido, volviéndose incluso aterradora, cuando va acompañada de una vida, de un rostro que la seduzca. Porque de lo contrario no es más que un nombre en latín escrito sobre un manual para uso de especialistas y teóricos."

LA FANTASÍA Y UN MUNDO DE SUEÑOS:

Muchas escenas en El viajero de Praga tienen un componente onírico. Uno se pregunta si los viajes del protagonista son desplazamientos geográficos reales, o si por el contrario Kronz sueña despierto para escapar de su vida en Praga y refugiarse en la fantasía.
En este sentido, creo que hay dos episodios que son determinantes en la actitud evasiva del protagonista: la muerte de su madre; y la tristeza y desconfianza de su padre como resultado de la pérdida.
Cuando el narrador cuenta- porque quien narra es una tercera persona- cómo recuerda Kronz el suicidio de su madre, dice:

"Desde donde estaba vio correr a una mujer a lo largo del puente, la vio saltar y caer en medio de la franja de luz. Intentó gritar desesperadamente. Permaneció paralizado, mirando hacia arriba. Sobre el puente había un niño de unos nueve años, que quizá podía ser él mismo con su madre. Por alguna razón se sintió amenazado. En vano hizo una seña intentando pedir auxilio a los amigos, pero ellos ya no estaban allí para ayudarlo. Entonces vio el cuerpo flotando entre el vaho verdoso, porque la mujer sin duda estaba muerta y ahora se alejaba con la corriente del río. En vez de gritar y pedir socorro se quedó paralizado y, por un instante, desconfió de lo que había visto."

Y para rematar la experiencia desgarradora, el padre, después de haberle asegurado que ella no volvería, le pregunta:

-¿Todavía estás aquí?

Esta frase imprime en el niño la sensación de angustia que lo acompañará siempre: todos parten, tú también lo harás, tarde o temprano me dejarás solo y te quedarás solo tú también. Kronz retendrá en su inconsciente esta lección como una dolorosa herencia.

Por momentos, el lenguaje del narrador nos invita a pensar que Kronz hace un esfuerzo enorme por registrar el mundo exterior y alejarse de sus emociones. Esta es otra manera de huir de sí mismo, evitar el sufrimiento observando, hasta en el más mínimo detalle, los objetos que lo rodean. Es un ejercicio que ayuda: prestar atención a lo cotidiano y  recrearse en ello, alejarse de la oscuridad interior. En esos pasajes, el lenguaje es preciso, directo, minimalista.
Un ejemplo de este recurso sería el siguiente: el Dr. Kronz sale de la casa en donde atendió a la niña que había sufrido un ataque de epilepsia; intentando no pensar en la paciente y en su dolor él «se pega» a la tierra de manera obsesiva:

"A la vuelta condujo despacio, limpiando el parabrisas con una franela, pues apenas podía distinguir los carros que venían en dirección contraria. Siguió conduciendo así hasta que, cerca de la Floresta, divisó el rótulo de la panadería sujeto con unos alambres. A poca distancia de allí, en un pasaje, quedaba la casa donde vivía. Metió el carro en el garaje, atravesó el pequeño jardín, entró en la casa y subió de inmediato al dormitorio. Se despojó de la ropa y después se dio una ducha caliente."

 la duda persiste en el lector: ¿sueña Kronz que viaja? o ¿efectivamente viaja Kronz? Vásconez se encarga de crear esa ambigüedad que genera desconcierto: si el sueño lleva al protagonista a un país andino, ¿cómo puede, un europeo del este, describir un país desconocido con esa precisión? Es imposible, pensamos, tuvo que viajar. Pero entonces aparece un párrafo en donde nos enteramos que Kronz:

"… los nevados cubiertos por la luz del atardecer le resultaron tan familiares, que ahora mismo no podía precisar de dónde le venía esta lejana sensación. O quizás fue en las páginas de algunos libros donde el doctor encontró la posibilidad de amalgamar esos sueños con el material siempre inconsistente de la vida. Porque sin duda fueron esos arrebatos interiores, mientras leía a Humbolt en las frías madrugadas de Praga, los que le permitieron reconocer y hasta sentirse compenetrado con aquel paisaje que ahora veía pasar sin asombro ante sus ojos."

O sea que podría ser lógico y posible que Kronz sueñe con esa precisión porque tiene la información necesaria que le proporcionó la lectura. Además, el doctor confirma que sueña despierto. Cuando está con Violeta en la casa del campo, víctima de los celos, imagina una escena en donde Violeta yace con su marido, los ve con detalle, como si él estuviera presente en la habitación, al punto que concluye:

- No me lo vas a creer- dijo cínico Kronz-. Soy visionario. Acabo de ver a tu marido.

El juego narrativo que establece el autor Vásconez es cambiante. Cuano uno piensa que en efecto, se trata de un sueño, entonces el narrador nos empieza a dar datos muy exactos que desmontan nuestra certeza.

El origen de esta necesidad compulsiva de fantasear se debe a la dificultad del doctor para hacerle frente al dolor ajeno. Como este dolor existe solo le queda convivir con el "por su profesión".

"La historia había ocurrido muchos años atrás, en un hospital de Praga… A partir de ese día constató que un médico puede ser al mismo tiempo un actor y un enfermo, un imitador de voces y un impostor. Puede afrontar cualquier eventualidad sin experimentar ninguna emoción, incluso puede decir cualquier cosa a los enfermos, con tal de que lo haga en el tono apropiado: «Créame señora que lo siento». Pero ¿qué es lo que de verdad sentía? Así aprendió el poder de la simulación. Fue cuando cambió su visión del mundo, pues tenía que anunciarles con voz impersonal lo que todos se temían, o esperaban…" 

El protagonista de El viajero de Praga es, sobre todo, un hombre bueno. Triste, deprimido, abandonado, pero el Dr. Kronz no hace mal a nadie; por el contrario: su actitud vital es la de un médico que intenta, con la poca energía que le queda, ayudar a sus pacientes. Y la bondad no suele ser un rasgo común en los personajes literarios: no es atractiva, no genera conflictos, parece pasada de moda, no es fácil crear personajes buenos creíbles. Por eso me gusta Kronz, está confundido pero no hace daño, produce ternura.

Algunas episodios son realmente esperpénticos, parecen pesadillas por su naturaleza excesiva, en cierta forma antigua: todo lo vinculado a la pajarería, por ejemplo, desde cómo se desarrolla el negocio hasta la culminación en la escena con el enfermo que tose y el mono que se burla en el puerto; el hospital -las escenas del Director con sus ranas, los mafiosos que trafican con las medicinas, las descripciones del estado del local-;  los arranques del mudo que martillea sin fin hasta hacerse daño; la escena de la fiesta con los enanos en la feria del pueblo; las escenas de la vida de El Coronel y su mujer, etc. 

Estos episodios también  conforman el mundo de El viajero de Praga, un mundo extraño, sufrido, en donde el paraíso –por oposición- será un pueblito abandonado al borde de un río en donde, aparentemente, no pasa nada: un escenario al cual se llega para olvidar.


MENSAJE PERSONAL

El viajero de Praga representa de cierta forma las diversas situaciones a las que se enfrentan los médicos y doctores. Más allá de esto nos encontramos con un mundo de fantasía que el Dr. Kronz crea en su mente para alejarse del dolor.

El novelista Ecuatoriano, sin duda uno de los mejores, representa muy bien todas las penurias que pasa el Dr. Kronz, incluso nos hace dudar por momentos, si esque en realidad el Dr. Kronz fantasea o es un hecho lo que está sucediendo. El Dr. que busca tranquilidad luego de haber dejado un país totalitario, ahora se aventura por una demente Praga. 

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